Por: Nancy Quirós Aguilar, PhD
Este ensayo explora la brecha entre la comunidad de Bitcoin y el mundo académico, destacando la desconfianza y el escepticismo mutuos que han dificultado un diálogo constructivo. Mientras los Bitcoiners critican a la academia por su desinterés hacia esta tecnología, los académicos perciben el movimiento social a su alrededor como un fenómeno cargado de ideología. Esta desconexión impide un análisis profundo y objetivo de Bitcoin como innovación tecnológica y fenómeno socioeconómico. Para superar este abismo, es crucial un enfoque multidisciplinario y un intercambio abierto: los académicos deben estudiar Bitcoin sin prejuicios, mientras que los Bitcoiners deben aceptar la crítica rigurosa como un mecanismo para fortalecer y comprender mejor el rol de Bitcoin en el mundo.
La aparición de Bitcoin en el panorama global económico, político y social, desde hace ya más de una década, ha generado un fervor sin precedentes por parte de una comunidad entusiasta y apasionada: los Bitcoiners. Estos consideran que Bitcoin tiene un potencial transformador para la sociedad, ya que impacta directamente el concepto de dinero y, dado que el dinero influye en todas las áreas de nuestra vida, sus implicaciones son profundas. Por esta razón, esta comunidad se ha dedicado a divulgar la capacidad revolucionaria y transformadora de Bitcoin.
Mientras que los Bitcoiners consideran que esta tecnología posee una capacidad disruptiva comparable a la llegada de Internet, y, a pesar de su creciente relevancia a nivel mundial, muchos de ellos opinan que la mayoría de los académicos siguen ignorando y subestimando su alcance, e incluso desinformando sobre el tema. Como parte de sus críticas al sector académico destacan la falta de interés y curiosidad por conocer el funcionamiento de Bitcoin, la rigidez metodológica, la tendencia a equiparar esta tecnología con el sector cripto en general y la falta de distinción entre Bitcoin y los fraudes relacionados con el sector Bitcoin y cripto.
Esta actitud se ha vuelto inaceptable para los Bitcoiners, quienes consideran que la academia no está cumpliendo con su función y ha abandonado su objetivo de "búsqueda de la verdad" mediante el pensamiento crítico. Algunos Bitcoiners han expresado que la academia se ha doblegado ante el activismo por justicia social, que en los últimos años ha permeado muchas instituciones, incluidas las universidades. Argumentan que debido a ello, muchos académicos no cuentan con incentivos para investigar una tecnología que ha sido atacada por supuestamente beneficiar solo a unos pocos afortunados y que su adopción podría generar una mayor disparidad económica. Además, muchos proponentes de esta tecnología dentro del sector académico, aún enfrentan resistencia y luchan por obtener el reconocimiento y validación de sus colegas cuando desean estudiar Bitcoin en su respectiva área de especialización. Como consecuencia, algunos han optado por dejar de "nadar contra corriente" y crear instituciones independientes dedicadas a este fin, como por ejemplo, el Instituto de Filosofía y Economía Bitcoin (IFEB).
Por otro lado, muchos Bitcoiners son conocidos por sus afirmaciones ambiciosas y grandilocuentes sobre el papel de Bitcoin en el mundo en las próximas décadas, que van desde la caída del dólar e hiperinflación, hasta la aparición de "citadels" catalizadas por Bitcoin. Desde la perspectiva académica, estas afirmaciones no generan interés si solo representan opiniones y deseos que repiten un grupo de entusiastas con fuertes inclinaciones ideológicas. Tanto es así, que muchos incluso dentro de la misma comunidad Bitcoin han señalado actitudes casi religiosas y tóxicas en algunos sectores maximalistas que impiden la creación de puentes de comunicación, y son caracterizados por la exaltación de ciertos líderes, la adhesión a narrativas absolutistas, el uso de mantras, la adopción de prácticas como la dieta carnívora y una aversión radical a todo lo que consideran "fiat" o parte del sistema tradicional.
Muchos académicos observan con cautela, e incluso con desinterés, el fenómeno de Bitcoin y su comunidad. Desconfían de las promesas revolucionarias y extravagantes de algunos de sus defensores y cuestionan la falta de rigor científico y evidencia empírica en muchas de sus afirmaciones. Además, la posible influencia de figuras de poder, intereses económicos y políticos dentro del ecosistema genera desconfianza. A esto se suma la mala fama que ha arrastrado Bitcoin desde sus inicios debido a su asociación con actividades ilícitas, aunque esta percepción negativa ha ido cambiando en los últimos años. Por estas razones, para muchos académicos, no vale la pena invertir parte de su escaso tiempo en investigar un tema que podría comprometer su reputación y credibilidad científica, especialmente cuando existen otras áreas de investigación que podrían ser más valoradas por la comunidad académica.
Esta polarización resulta contraproducente para ambas partes. Los académicos podrían descubrir nuevas áreas de investigación y contribuir al desarrollo de una tecnología con potencial transformador, mientras que los Bitcoiners se enriquecerían con la evaluación crítica de sus ideas por parte de expertos de distintas áreas del conocimiento. Sin embargo, he notado, en algunos sectores de la comunidad Bitcoin, un anhelo de validación académica como una forma de legitimar sus creencias y contrarrestar las críticas de sus detractores, más que un genuino interés por cuestionar y refinar sus propias ideas a través del escrutinio intelectual. Por lo tanto, los Bitcoiners se beneficiarían si de forma honesta y receptiva reflexionan sobre sus ideas y expectativas de esta tecnología.
Regresando a la comunidad académica, a esta le convendría reconocer que Bitcoin y su comunidad se presentan de forma dual. Por un lado, existe un núcleo tecnológico objetivo y verificable, basado en ciencia computacional, redes, criptografía, teoría de juegos y mercados energéticos, entre otros. Por otro lado, hay una dimensión subjetiva e ideológica, repleta de visiones apocalípticas o esperanzadoras sobre el futuro del dinero y la sociedad.
Si los académicos se involucran en el estudio y análisis de Bitcoin, podemos estar seguros de que existirán puntos en los que tanto Bitcoiners como académicos coincidirán, especialmente en lo que respecta a los aspectos verificables de la tecnología. Sin embargo, las afirmaciones ideológicas serán sometidas a una evaluación rigurosa por parte de la comunidad académica. Muchos Bitcoiners tienden a asumir que si alguien estudia Bitcoin en profundidad, inevitablemente llegará a las mismas conclusiones ideológicas que ellos, lo cual es un error, ya que las suposiciones sobre las repercusiones sociales y políticas de Bitcoin a largo plazo dependen de la cosmovisión, inclinaciones y la interpretación de cada individuo. Por ejemplo, la afirmación que Bitcoin representa el camino para la utopía libertaria.
Los académicos deben abordar Bitcoin con una mente abierta y un enfoque multidisciplinario. Deben estar dispuestos a sumergirse en la complejidad de la tecnología, cuestionar sus propias preconcepciones y colaborar con los Bitcoiners con humildad profesional, reconociendo que estos últimos tienen una comprensión más detallada del funcionamiento de esta tecnología. Por su parte, los Bitcoiners deben mostrarse más receptivos a las críticas constructivas y estar dispuestos a modificar sus creencias si la evidencia lo requiere. Es fundamental que comprendan que el rol de un académico no es el de un cheerleader de Bitcoin, sino el de un investigador cuyo trabajo consiste en poner a prueba y, en muchos casos, refutar hipótesis sobre Bitcoin y su impacto en el mundo. Esta labor no debe interpretarse como hostilidad o falta de convicción; debido a su formación, los académicos poseen la capacidad de analizar un objeto de estudio de manera meticulosa, separando sus deseos e inclinaciones personales de su evaluación científica. Los Bitcoiners, por su parte, han asumido la responsabilidad de materializar su visión. Ambas perspectivas son valiosas y complementarias.
La clave para una colaboración fructífera radica en el diálogo abierto y respetuoso. Ambos grupos deben aprender a escucharse mutuamente y encontrar un terreno común, inicialmente basado en la parte verificable del funcionamiento de Bitcoin. A partir de ahí, pueden construir lazos de intercambio de conocimiento que beneficien tanto a la comunidad académica como a los entusiastas de Bitcoin. En conclusión, la brecha entre la comunidad de Bitcoin y el mundo académico representa una oportunidad para ambas partes, que podría allanar el camino para una mejor comprensión, desarrollo y adopción de esta innovadora tecnología.